domingo, 16 de mayo de 2010

Nada raro

Este era un tipo que salía todas las mañanas a trotar, corría alejándose de lo que muchos querríamos alejarnos (cada cual sabrá que es) cruzaba calles, esquinas, parques y al final de su recorrido topaba con el museo, allí emprendía su retorno; este tipo podía sentir el pavimento de las calles y el aire puro del parque, pero su llegada al museo marcaba el final de su escape. Un buen día, al despertar notó la tímida presencia del sol que se escondía entre nube oscuras, así que tomó un pantalón y una chaqueta apropiadas para iniciar su saludable costumbre; cruzó sus calles, dobló sus esquinas y disfrutó el parque, pero al llegar al museo fué emboscado por la más torrencial de las lluvias, causa que lo obligo a buscar amparo en aquél viejo edificio que siempre veía y nunca había explorado.

Este hombre empapado dejaba el rastro del agua mientras entraba cauteloso al museo, no era el mejor día para haber entrado. Caminando con su ropa de ejercicio, lentamente fué atrapado por la magia de tales expresiones artísticas, sin darse cuenta recorría minuciosamente cada rincón; se vistió de asombro al ver al final del corredor la mujer más hermosa expresada en pinceladas y colores, se acercó y tan sólo la observó. Su pelo castaño casi rojizo, su tez trigueña que combinaba con los ojos oscuros y profundos en el más perfecto rostro... su dama vestida de blanco quieta y silenciosa; la lluvia cesó y este tipo se sintió obligado a marcharse. Al día siguiente emprendió su recorrido matutino, no sintió ni sus calles ni sus esquinas, tampoco disfrutó el aire puro del parque, su mente lo llevó al museo, a ese corredor, a esa pintura... el tiempo pasaba muy rápido tan sólo observando, así que decidió de alguna forma tener presente a esta mujer mucho más tiempo, al día siguiente llevó un lapiz y una libreta, se sentó en el suelo frente a ella y comenzó a escribir los más inspirados versos y poemas que un "atleta" puede escribir, al pasar de los días las hojas se acababan, las libretas no daban abasto y los suspiros sobraban, antes de marchare se acercaba sutilmente y muy dentro de sí mismo la besaba... si es como lo imaginan, este tipo se enamoró de una pintura, quieta, silenciosa y a su vez hermosa. Esta dama vestida de blanco no respondía, no lo veía pero fué capaz de darle felicidad por el instante en el que la observaba.

Ocurrió que otro día de amanecer gris, este tipo salió a su cita matutina pero qué gran sorpresa!!! al llegar al museo y dare cuenta que una fría y vacía pared ocupaba el lugar de su amada... trastornado preguntó su paradero, su corazón se degarró al enterarse que aquella pintura fué vendida... ¿¿¿cuál sería la moraleja??? creo que no lo sé, ustedes podrán concluírla, este hombre se enamoró de lo que era tan sólo una idea y un momento de inspiración de un artista, jamás recibió respuesta ni escuchó una risa, su voz era un sueño todas las noches, aún así corría todas las mañanas para verla y escribir sus versos... tal vez la moraleja yace en el hecho de sentir o amar sólo por sentirse vivo...¿qué pasó con este tipo? la gente que visitaba el museo lo veía con gracia, burla y algo de miedo al encontrarlo sólo sentado en el suelo frente a una pared vacía, con una libreta y un lápiz, escribiendo y suspirando.

Pásenla bien CHAo.

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