
Es curioso cómo vivimos buscando responsables para todo, pero aún más curioso ver cómo queremos sentirnos oprimidos. En países donde en realidad han vivido (o viven) una verdadera opresión, la gente no se queja tanto, hace más. Ya lo había mencionado antes, pero hoy en día si no estamos en total deacuerdo con lo que "la gente inteligente y rebelde" piensa, estamos entonces en contra de ellos, muy fácilmente podemos ser señalados no sólo como parte del problema, sino como el problema mismo; el afán de buscar algo o alguien para ejemplificar todos los problemas, el hecho de que ahora queremos ser unos revolucionarios inconformes que sólo se indignan cuando se aburren (seamos honestos, desde que exista un plan para un fin de semana, todo está bien, somos capaces hasta de cambiar lo poco que nos queda por un fin de semana "entretenido") el asunto aquel de tener conciencia por momentos no es que ayude mucho.
Creo que vivimos en un constante fluir de doble moral, culpamos figuras de "poder" por nuestros problemas basándonos en errores garrafales que salen a la luz pública y que se incrementan por ser precisamente figuras populares, pero cuando esos errores garrafales nacen de nosotros, por algún motivo deben ser ignorados, sencillamente porque lo de los errores de estos "poderosos" es peor porque sus decisiones afectan a más gente (aclaro que no apoyo el descaro y la forma inescrupulosa con la que se toman decisiones en este país, desde sus "dueños" hasta sus dirigentes pasando por sus medios) ... resulta que las malas decisiones y hasta las agresiones son válidas sólo si se hacen en cantidades "nacionales", parece ser que cuando se hacen en cifras pequeñas no son válidas y no deben ni siquiera contemplarse. La policía, el ejército, los políticos, las decisiones egoístas, la avaricia, la irresponsabilidad, el cinísmo, todas estas y muchísimas más cosas suelen ser causas de indignación, pero cuando estas cosas nos benefician, es entonces el silencio lo que más nos distingue, sencillamente porque sólo tenemos boca para comer y acusar pero no para reconocer.

Creo que en el día de hoy puedo arriesgarme a decir lo que en realidad tiene la clave para "el fin del mundo" y es nuestra propia incoherencia, estamos tan obsesionados por mostrarnos como la solución que en realidad nunca la buscamos, somos nuestro propio problema y nuestro propio obstáculo, bien se ha dicho que "el mundo no se cambia con quejas sino con ejemplo" y que "la historia no se ha escrito con ideas sino con hechos" nos quejamos y señalamos problemas porque suele ser lo más fácil, en realidad hay muchos que están actuando por encima de todas las quejas o que simplemente han comenzado por ellos, aprendiendo a perdonar, aprendiendo a reconocer, a pedir perdón, corrigiendo errores y dando un ejemplo, uno positivo, NO repitiendo lo que ha ayudado a dañar o a herir... si después de esto nos quejamos, creo que falta bastante por aprender (de nosotros mismos) Pásenla bien CHAo
Lo del Martes Pensando en el Jueves
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