Corrió a su casa y comenzó a buscar la escalera más grande que tenía, la colocó sobre el techo pero aún no alcanzaba el cielo, comenzó entonces a buscar muebles, cajas, sillas y las comenzó a colocar una sobre otra, luego de sacar todo lo que tenía en su casa y colocarlo en el techo, decidió comenzar a edificar una torre que le permitiera llegar al cielo, una idea algo loca, pero valía la pena. Entre tanta conmoción, sus vecinos lo miraban preguntándose ¿qué le ocurría?, pero era tal la decisión de este hombre que uno a uno comenzaron a colaborarle, en muy poco tiempo la torre sobre el techo de su casa era tan alta que acariciaba la luz de esas estrellas. Este enamorado tomó una red que tenía y subió tan rápido como pudo, al llegar a lo más alto se quedó inmovil con tal espectáculo, podría saludar a la luna si quisiera, pero no había tiempo; tomó su red y la lanzó, con ella atrapó unas pequeñas estrellas que de seguro convencerían a la mujer de sus sueños.

Ella lo recibió sin emociones ni gratitudes pero si con la incomodidad de que su idiota colorido del pueblo pensara algo bien de ella, así que le dió las llaves de la entrada y le dijo que guardara ese saco en el desván. Con tristeza este hombre fué hasta la entrada, ingresó, buscó el desván y al abrirlo ¡OH SORPRESA! encontró todas las sonrisas que diariamente él le regalaba al saludarla, estaban dentro de una caja que decía "cosas que recojo en la calle"; con mucho dolor este hombre colocó el saco lleno de estrellas junto a la caja, tomó un lazo que encontró y ató ambas cosas, tomó una hoja y escribió: "recuerdo del que me regaló la noche" y lo pegó en el saco, cerró el desván y se fué. Esta mujer jamás revisó el desván y su idiota colorido del pueblo la convirtió en una triste colorida del pueblo, el enamorado decidió subir todas las noches a su torre improvisada y charlar con la luna un rato.
MORALEJA: Hombres, Aún cuando construyamos torres, inspiremos a otros, bajemos la noche y acariciemos la luna por una mujer que lo pida, es muy probable que ella nos cambie por un idiota colorido que divaga, se conforma y se coloca alas postizas. Mujeres, si se quejan del desamor cuando la caja de cigarrillos y la cerveza se acaben, deberían revisar su desván, seguramente encontrarán una caja llena de sonrisas y un saco lleno de estrellas de alguien que, hasta conversando con la luna, no deja de suspirarlas. Pásenla bien y no me odien CHAo
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